En estos días en que ya han llegado las primeras heladas a muchas zonas de Castilla y León es cuando se puede decir que las cepas de los viñedos están entrando definitivamente en el reposo vegetativo que durará todo el invierno.
Se suele pensar que con la vendimia acaba el ciclo vegetativo de la vid cada año, pero el ciclo no acaba con la recogida de los frutos. Tras la vendimia, las hojas siguen trabajando, y ya sin el gran sumidero para la planta que son los racimos, todos los compuestos que sintetizan las hojas van a distribuirse a las distintas partes de la planta, en forma de reservas que son cruciales para el futuro de las cepas. En especial, son importantes las reservas que van a las raíces y a las partes viejas de la planta, ya que servirán para su crecimiento y como provisiones al comienzo del ciclo siguiente y en parte del mismo si el año es ambientalmente duro, como ha sucedido este año.
Hace ya algunas semanas en que las hojas, empujadas por la menor duración del día y por las temperaturas más frescas fueron poco a poco dejando desnudos los sarmientos de las cepas, y las heladas de estas últimas noches, que se han hecho esperar por un comienzo de otoño muy suave, obligan a las cepas a entrar en reposo total para todo el invierno. Acabamos un año con un periodo estival muy severo para las cepas de nuestros viñedos, con escasas lluvias en la mitad y final del ciclo y especialmente duro por las altas temperaturas en gran parte del verano. No deja de sorprendernos la capacidad de resistencia de las cepas, que incluso en unas condiciones tan extremas como las de este verano, han conseguido llevar hasta el final el desarrollo de sus racimos, que están concebidos como el pasaporte para su persistencia como especie, pero que nosotros arrebatamos para nuestro disfrute sensorial y colectivo. El precio a pagar este año ha sido un tamaño algo más reducido de las bayas, que mientras para muchos viticultores parece una pequeña maldición, para los enólogos resulta una ventaja para conseguir vinos más concentrados.
Una vez en este momento de parada invernal, en que las plantas parecen pensar lo que ha ocurrido durante su esplendor vegetativo desde la primavera al otoño, en que cada sarmiento ya guarda en miniatura los racimos concretos del ciclo del año que viene, sólo queda podar con calma y precisión las cepas en reposo para que se renueve el milagro del despertar de los brotes en la primavera y celebrar que las cepas son un año más sabias y que en su caso la edad, con otro año más, juega siempre a su favor para madurar mejores racimos que cada ciclo anterior.
Escrito por gentileza de Jose Antonio Rubio. Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León.